2/9/10

Día lluvioso y clase en los pasillos

Ahora que voy a empezar a retomar este blog que alguna vez creé y ahora no recuerdo para que, voy a empezar a descargarme de las cosas que me pasan en la vida diaria. y ahora sí, no me importa lo que opine nadie (porque dudo que alguno se moleste en leer a no ser que haya fotos al respecto). Es mi modo de vivir la vida, blah blah! no me jodan! Fácil, como la nota musical.

Así como lo dice el titulo fue mi día. Empezó bieen temprano. Los lunes, los jueves y también los sábados me toca levantarme temprano por la mañana y con eso me refiero entre las 5 y las 7 de la mañana. Esos días me levanto automáticamente de mi cama, ahora los días que no, pufff, no me levanto para leer un apunte ni aunque me haya tomado un litro de café. Retomando, me tuve que cambiar y abrigarme, porque hacia, más que frío, viento y por ende, se me volaba la boina (jaja de verdad). Una vez salí, tomé el colectivo y ahí es cuando me doy cuenta que el cielo no estaba en condiciones favorables, tampoco lo había estado durante la semana pero no parecía que fuera a llover. Y como típica ley de Murphy, cuando pensás que va a llover y llevas paraguas, no llueve, caso contrario si no lo llevas (es probable hasta que caigan piedras. )

Cuando llegué a Belgrano con Sofi ya estaba lloviznando, por suerte el bondi vino rápido así que no fue mucha la demora. Una vez llegamos a una de las puertas de la facultad vimos que estaba cerrada (para esto, eran las 8:50 o más), entonces unas personas amables (que dudo de su amabilidad por que nos miraron con cara de "boludas hay otra puerta a la vuelta") nos dijeron que se entraba por la otra puerta. Pero antes de irnos, yo miré el cartel enorme que había en la reja: "La facultad de Sociales tomada". Da la casualidad que esa mañana había escuchado en el noticiero que la facultad de Ciencias Sociales de la UBA de Marcelo T estaba tomada por blah, blah motivos que explico después, aunque nunca se me cruzó por la cabeza que eran tomadas todas las sedes (incluida la nuestra, la de Ramos Mejia). Entramos a la universidad y ahí ya estaban nuestras amigas para darnos nuestros folletos diarios ,que por mi parte tiro en el primero cesto que se me cruza, a contarnos los motivos por los que se había llegado a la conclusión esa.

No sabíamos que hacer, no sabíamos si los profesores irían, no sabíamos nada. Estábamos en la nada misma.

Por suerte, y gracias a mi memoria de la cara de los profesores, vi pasar al profesor de Historia, casi igual de perdidos que todos nosotros. Nos quedamos cerca de él así como un espía (aclaro que los espías eran unos veinte que se movía a la par de él para que quede claro que la loca no eramos solo nosotras eh!). Nos dijo que esperáramos cerca de la cafetería cerca de la planta baja. Para matar el tiempo, y un poco el sueño de esa hora de la mañana, fuimos a ver cómo era esta cafetería para encontrarnos con gente de todo tipo menos normales. El lugar se llamaba Barbarie y era una cafetería a donde el Che Guevara pudo haber fumado marihuana junto a sus fieles compañeros tranquilamente. Lo único bueno que tenía, es que era barata y si llegabas a anotarte de las 11 el almuerzo del día te costaba $4. En fin, después de pedirnos el café volvimos con el profesor que nos avisó que la clase iba a ser en el primer piso. A todo esto, la entrada a los salones así como a los pisos superiores estaba completamente impedida por sillas y muebles que nunca supimos en que momento llegaron ahí.

La cosa es que, después de librar el camino al primer piso (y el segundo solamente) y ver que realmente la cosa venía grave. Nos dimos cuentas que todos los salones estaban trabados impidiendo el paso y si alguien te veía queriendo entrar te iban a denuncia con ContraHegemonia y seguro terminabas a las trompadas, así que era un, NO.

Y así fue como tuvimos nuestra clase de historia y de antropología en los pasillos. Ésta última fue peor porque la tuvimos justo al lado de los baños de hombres y salía un olor espantoso de ahí. La única clase que no tuvimos fue Taller de Radio porque cuando el profesor entró y vio que las cosas estaban bastantes feas, en el sentido de no había nadie para su clase, solo seis o siete personas, además de que se necesita un aula especial y eso, no tuvo mejor idea que irse y suspender todo. Por un lado, bárbaro, eso significaba llegar más temprano a mi casa y dormir más, pero por el otro me sentí mal por él. Desde que empezó el cuatrimestre solo una clase pudimos tener con él y de trabajo final tenemos que hacer un programa de radio. ¿Cómo lo haremos? Vaya uno a saber.

Y eso fue lo más interesante del día... si me olvido algo, volveré y agregaré. Por ahora, me voy a tomar mi última taza de café del día y a la cama.

Bye!

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